Qué piensan los robots sobre el periodismo ciudadano
Siempre he creído -basta mirar el historial de este blog- que el periodismo ciudadano es un hecho amplificado absurdamente por los principistas de la web. Existen ejemplos interesantes, pero de ahí a creer que reemplazará al periodismo tradicional es sólo un espejismo o, como dice Frédéric Filloux, una "tontera".
“El porqué es lo que convierte el periodismo en un juego de adultos. Hacen falta periodistas comprometidos”, dice David Simon, periodista, creador de The Wire y uno crítico sobre la consistencia del periodismo no profesional. "Los bloggers se dedican en la mayoría de los casos a amontonar informaciones que encuentran en otros lugares sin hacer ellos mismos ningún ejercicio de periodismo”, dice Simon quien evidentemente exagera. Pero algo de eso hay.
En su artículo Filloux, dice que existen tres tipos de contenidos: El producto tipo (todos lo tiene y todos se enteran más o menos al mismo tiempo), El Mashup (contenidos trabajados) y Calidad (contenidos premium, con un valor único). Los dos primeros se han expandido con el crecimiento de Internet, pero el tercero parece ser el producto en el que los medios confían para convertir sus esfuerzos en dinero y detener la caída. Pero al mismo tiempo, es aquel periodismo que la colaboración, que la "inteligencia colectiva" o el apoyo ciudadano no son capaces de producir. Al menos hasta ahora, los ejemplos son pocos. No es un problema tecnológico, sin duda, es una dificultad de carne y hueso. La pregunta no es el poder de los ciudadanos, sino hasta dónde llegará el robot (la autoridad del algoritmo) para crear, filtrar y distribuir los contenidos necesarios. Y qué rol tendrán los periodistas en esta transformación.
Según el fundador de Monday Note, uno de los blogs más interesante sobre medios e industria, la tendencia más atractiva hoy (¿y mañana?) es combinar las habilidades de la agregación con el manejo de los periodistas. Es decir, hacer más inteligentes contenidos colectivos. Un concepto que Dan Faber, un abogado de Berkeley, denomina Aggrefilter. Ya hay ejemplos interesante como Techmeme o Mediagazer.
Este concepto vuelve a poner a la edición como una labor fundamental, esta vez mezclando las virtudes del robot (filtro) con las perspectivas del periodismo. Y probablemente el rol de las audiencias, sus conquistas y sus derrotas, deban también ser analizadas con menos pasión y emparejadas a la calidad de los contenidos. Hoy los medios buscan tráficos ciegamente, quizás haya que buscar calidad. Más robot y periodismo se asoman como una mejor opción al inflado periodismo ciudadano.
5 Comentarios:
Yo creo que el periodismo ciudadano no existe. Sencillamente, porque el trabajo periodístico no tiene nada que ver con la casualidad de estar frente a un accidente de tránsito, con el celu en el bolsillo listo para tomar la foto.
Pero eso no quiere decir que no me interese el aporte del Contenido Generado por Usuarios (UGC, en gringo). Bajo este concepto, los blogs y sitios como Youtube y Twitter ya son espacios donde la gente, de vez en cuando, nos ayuda en la labor de "hacer periodismo"... que es otra cosa. De hecho, a esta altura del partido no debería haber ningún periodista serio que no ponga ojo en estos "insumos".
Pero hay más posibilidades. Por ejemplo, es hora de aprovechar el subvalorado formulario de contacto de nuestros sitios para escuchar al público que confiando en nuestro profesionalismo, nos deja las migas de pan que nos pueden guiar -con una buena labor del clásico reporteo- a temas relevantes. Lo mismo con las perlas que, muy de vez en cuando, aparecen en nuestras áreas de comentarios.
Si se tienen los medios, también deberían multiplicarse experiencias tan potentes como CNN iReport.
Lo mejor de usar cualquiera de estas opciones, desde la perspectiva de quienes hacemos medios digitales, es que hay un efecto potente aparejado al uso de estos aportes: cuando los agradecemos o destacamos, el factor de "engagment" que se genera en nuestros usuarios, termina por ser mucho más valioso que el aporte informativo del video que muestra como quedó el auto después del topón.
Hace poco salió por ahí la cifra y no la guardé, pero era más o menos así: Sólo el 20% del presupuesto de un diario se destina a la sala de redacción.
Y lo que Fillioux muestra es que ese 20% se está subtilizando porque se tiene a mano de obra sobrecalificada haciendo trabajo que bien se podría hacer con algoritmos o aporte del público.
No es de extrañar que con tamaña ineficiencia en el uso de los recursos, la gente no esté dispuesta a pagar por las noticias
Buena Manolo. Este es un punto recurrente, especialmente en las preguntas de alumnos que les toca analizar el mentado periodismo ciudadano. Y estamos de acuerdo: tampoco creo en el periodismo ciudadano como concepto. En sentido estricto el contenido generado por usuario (CGU a la chilena) es un proceso natural determinado por el acceso a software/hardware y no un "genero narrativo o periodístico".
En la medida que se democratiza el acceso a herramientas de comunicación y los "fierros" (Internet, cámaras, grabadores, notebooks, etc.), los medios pierden el monopolio de la "intermediación" y el acto comunicacional se torna meritocrático. Cualquiera puede ser periodista en tanto el periodismo ciudadano equivale al viejo testigo pero con altavoz: ("estamos atrapados en el Metro", "mis fotos del concierto X", "accidente en Macul con Grecia"). Puntos altos de este nuevo ecosistema: flujo informativo y monitoreo de las mediaciones de los medios (escogiendo contenidos y mensajes ajenos a los de los medios, o cuestionando a los medios en su trabajo).
Pero, sí, siempre hay un pero, citando a Guillermo Cullel, el periodista ciudadano es similar al corredor de 100 metros planos. En cambio el periodista profesional es un maratonista. Somos nosotros los que, dedicados 100% a esto, nos enfrentamos a barreras, a veces insalvables, para develar situaciones de interés público que se quieren mantener bajo la alfombra. Para eso se requiere tiempo y dinero, herramientas de las
cuales adolece el periodismo ciudadano -salvo quizá algunas excepciones.
Ayuda al periodismo la existencia de más contenidos desintermediados? Por supuesto que sí. Ello deriva en un ecosistema informativo de complejidad que se multiplica a velocidad sorprendente, generando nuevos tipos de labores y procesos profesionales, como por ejemplo el de seleccionar contenido, limpiar de ruido la señal hasta dar con lo que importa; o bien para ser esclavos del trending topic, si así lo decidimos.
Respecto al formulario de contacto: es una mina de oro. Desde que incluimos la opción de enviar datos a El Mostrador, diariamente nos bombardean con información. Al menos el 30% es filete de primer corte.
Salu2!
Estimados
Es ningún momento alego en contra de la participación, simplemente me atrajo el texto de Filloux, porque dice las cosas que muchas veces no nos sentamos a pensar, es decir, que los sitios de noticias se llenam de blogs de mala calidad, que abren las compuertas para comentaristas que sólo aportan odio y que los contenidos premium (es probable) jamás serán generados por la audiencia, menos en un proceso industrial.
Sin embargo, concuerdo con ustedes, en el valor de una audiencia participativa. Finalmente son ellos los dueños del flujo y el periodismo debe buscar la forma de incentivar esa participación. De hecho, el NYT mide el valor marca generado por los flujos de su audiencia. ESo es mucho si pensamos que cada 4 segundos se linkea un artìculo del NYT sòlo en Twitter.
Josè Agustín toca un tema importante en la nota de Monday Note, es còmo la industria de los medios tradicional no ha logrado la eficiencia necesaria de sus recursos y nuevamente la participación podría ser una herramienta. En especial en primeros 100 metros, como dice Culell.
Gracias por sus comentarios, que le dan valor a esta nota.
A
cortita: Para mi es tan simple como que el periodista tradicional se debe a su editor, quien paga sagradamente su sueldo e imposiciones y el periodista independiente , el de la calle, se debe a su conciencia . No tiene que rendirle cuentas a nadie más que a Dios. Esa simple diferencia hace que uno diga lo que quiere y debe, sin evaluar si será bien o mal acogida su info, el otro, no tiene esa libertad.
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