Fogel y Patiño: La irrupción de las audiencias
Después de dos años, "La Prensa Sin Gutenberg" aparece traducida al español. Este libro, escrito por Jean Francois Foguel y Bruno Patiño -ambos mentores, gestores y directores de LeMonde.fr- se convirtió en el principal punto de referencia para entender los cambios que estaba generando la revolución de internet en los medios de comunicación, en los modelos de gestión, en la distribución de contenidos y principalmente en las audiencias. De sus más de doscientas páginas, fluyeron muchos de los ejemplos que hoy son consideraciones generales al hablar del "periodismo digital". Lo más notable del texto de ambos autores, es que mientras muchas publicaciones no logran reflejar la esencia de una revolución en curso y mueren pronto como material de consulta, La Prensa Sin Gutenberg mantiene su vigencia y sus reflexiones parecen escritas para la prensa del mañana. Desde Netscape hasta la web 2.0, la edición de Punto de Lectura (Ediciones B y Santillana) , pronto debiera traer el libro a Latinoamérica. En este post, se reproduce uno de los minicapítulos del libro.
Por Jean Francois Fogel
y Bruno Patiño
Para los periodistas, la idea de una “prensa sin Gutenberg” constituye un desafío tanto más difícil en cuanto que se discute sobre el espacio de trabajo. Internet no ha perdido por el camino ninguna de sus utopías iniciales. La red abierta, carente de jerarquía y descentralizada que sospecharon los partidarios de una informática de conexión comunitaria ha resistido y desafiado a los profesionales en todos los terrenos.
Microsoft, la primera empresa que capitalizó en la Bolsa del primer mercado bursátil mundial, no consiguió desalentar, sino al contrario, la militancia del Open Source que ataca su volumen de negocio ofreciendo unos programas libres de todo derecho, por lo tanto gratuitos, en la red: el sistema Linux, el programa OpenOffice y el navegador Firefox. Sus presencias se extienden por un mercado convencido de que permitir que todo el mundo disponga de la misma tecnología no es sólo un mejor mercado. Esto también permite evitar las incompatibilidades y los conflictos de los códigos informáticos que las empresas como Microsoft sostiene con las esperanza de mantener a su clientela cautiva.
En el terreno del saber, estos esfuerzos no van a la zaga, y la enciclopedia Wikipedia, conocida como “la enciclopedia gratuita en la que todo el mundo puede editar”, adquiere una dimensión bastante sorprendente: en su cuarto año de existencia, cuenta con cerca de dos millones y medio de entradas redactadas en un centenar de idiomas. Libre, gratuita, universal, con un único empleado a sueldo para vigilarla máquina que mueve el dinero de unas fundaciones privadas, recluta a los autores gracias a sus ochenta millones de visitas diarias. No se considera un lugar de creación del saber, sino un espacio de mediación y transmisión, de este modo, la gestión de Wikipedia tiene algo de periodismo ciudadano, lento y descentralizado. Su audiencia es, de hecho, a la vez el autor, el mediador y el lector de un saber que evoluciona a través de la modificación de un contenido que se gestiona sobre un programa libre.
Este movimiento espontáneo de una audiencia reforzada por el poder de la red invierte completamente la lógica tradicional de los medios de comunicación de masas, en donde, un emisor identificado se dirige a un auditorio pasivo. El sicólogo Joseph Klapper propuso una reestructuración de las primeras teorías de la información: a su parecer, la información que proporciona el periódico, la radio o la televisión se compara con una “inyección hipodérmica”. Se pincha o se recibe el pinchazo; nada de términos medios.
Quienquiera que sea, todos los días, ha gestionado un sitio de información, cuyo éxito vienen ratificado por una audiencia que sabe que en la red ya no existe esa división. Internet impone a los periodistas vivir al mismo nivel que su audiencia. Hoy en día, resulta imposible difundir unas informaciones sin permitir que esa audiencia reaccione ante el contenido y el tratamiento. En un primer momento, los internautas de los sitios de referencia se vieron confinados a unas secciones similares a las “cartas al director”, más tarde se dirigieron hacia los foros abundantes, pero poco controlados, ahora ya se expresan en el mismo espacio reservado para colgar on line el contenido periodístico. Las opciones “exprese su opinión” “responda este artículo” “comente este blog” se desarrollan hasta llegar a desafiar, en algunos sitios, al editorial. Esa situación que la prensa escrita francesa nunca ha considerado como el principio de un diálogo. Uno de los síntomas de éxito de un sitio de información es el de convertirse en un ágora. El periodismo online ve cómo se amplía sin cesar esas especialidad de su contenidos que lo aleja, poco a poco, del resto de los medios, en donde, a pesar de secciones como “usted tiene la palabra”. “el buzón de los lectores” o “participe en antena”, la actividad descansa sobre un flujo unívoco: “yo publico, ustedes leen” o “yo emito, ustedes escuchan, ustedes miran”. Organizar, moderar, filtrar, presentar, estimular el flujo de comentarios y de los testimonios que procede de la audiencia se convierte en una preocupación tan generalizada en los sitios que cada uno siente que llega a una etapa en donde, de una manera regular, también habrá que producir, en parte, la información a partir de los textos, foros, vídeos, etcétera. No está lejos el día en el que la pregunta de James Joyce se formule en todos los sitios que mantengan su capacidad de información: “¿Los consumidores no serán los productores?”.
Existe un paradigma de este enfoque: el sitio surcoreano Ohmynews. Elaborado con las aportaciones de 40 mil contribuidores -700 en 2001, el momento de su creación-, el sitio obedece al credo de su creación-, el sitio obedece al credo de su inventor, Oh Yeon-ho: “Todo ciudadano es un reportero. Los periodistas no forman una raza exótica, cada persona que dispone de una información que narrar y desea compartirla con los demás es un de ellos”. En la redacción trabajan 40 personas. Su tarea consiste en seleccionar las contribuciones, contrastarlas y jerarquizarlas. Las más importantes, o las más originales, se remuneran modestamente: catorce euros la unidad.
Algunos periodistas profesionales de Ohmynews se cuelgan un nuevo título: “Verificadores rápidos”. En cuanto a los ciudadanos reporteros, éstos abastecen al sitio de cuatroquintos de su contenido. Como lo destaca el periodista Bertrand Le Gendre, se trata de “nanoperiodismo”: “la multitud se dirige a la multitud”.
En 2005, mientras el sitio empezaba a producir beneficios, este modelo no se repitió a igual escala en ningún otro país. Quizá, porque Corea es el Estado que literalmente ha apostado por la red: tres de cada cuatro hogares disponen de una conexión de alta velocidad.
El otro ejemplo, que siempre se cita, de una fuerte interrelación con la población, es el modesto imperio construido alrededor del Lawrence Journal-World, el diario de ciudad de Lawrence (85 mil habitantes), en el Estado de Kansas. Las cuatro quintas partes de la ciudad están cableadas. The World es un grupo pequeño que posee red por cable, el periódico, la radio y la televisión locales. Decidió edificar todo entorno a su red, la cual ofrece la información completa de la ciudad: anuncios breves, guía de la vida nocturna, procesos en espera, ficha de los jugadores de todos los equipos, informes sobre la actividad escolar y universitaria, y, por supuesto, los blogs de toda la población. Lo quieran o no los habitantes aparecen online. Para asegurarse de que ninguno se escapa de la red totalitaria, el grupo ofrece gratuitamente conexiones a Internet sin cable en los espacios públicos.
Corea y Lawrence representan dos situaciones extremas de la red: el país mejor equipado del planeta y un cuasi monopolio de la comunicación en una ciudad. En un universo de competencia entre sitios o, sencillamente, con una red menos penetrante, ¿podría un sitio de información triunfar con el argumento de que lo nutre su audiencia?
Esta pregunta es un modo indirecto, suave, de preguntarse sobre el futuro del periodismo: presupone que siempre existirá una redacción para dirigirse a la audiencia. Se puede proponer una respuesta brutal: los periodistas han empezado a perder el monopolio, u oligopolio, como se quiera, de la expresión pública con la aparición de los blogs, una tecnología que proporciona a todos la capacidad de obviar a la prensa tanto para emitir como para recibir.
El experto en medios, Regis Debray, afirma en un análisis de lo que él llama “hiperesfera” que cada uno de las tecnologías mediáticas lleva consigo un cambio de clericatura en la sociedad. Así como Gutenberg permitió que los profesores sustituyeran a los monjes y a los doctores en cuanto referentes del saber; y los medios de comunicación eléctrica dieron a la prensa la categoría de cuarto poder; Internet puede entronizar a un nuevo rey, fugaz por definición: el último que le habló a la audiencia.
Por Jean Francois Fogel
y Bruno Patiño
Para los periodistas, la idea de una “prensa sin Gutenberg” constituye un desafío tanto más difícil en cuanto que se discute sobre el espacio de trabajo. Internet no ha perdido por el camino ninguna de sus utopías iniciales. La red abierta, carente de jerarquía y descentralizada que sospecharon los partidarios de una informática de conexión comunitaria ha resistido y desafiado a los profesionales en todos los terrenos.
Microsoft, la primera empresa que capitalizó en la Bolsa del primer mercado bursátil mundial, no consiguió desalentar, sino al contrario, la militancia del Open Source que ataca su volumen de negocio ofreciendo unos programas libres de todo derecho, por lo tanto gratuitos, en la red: el sistema Linux, el programa OpenOffice y el navegador Firefox. Sus presencias se extienden por un mercado convencido de que permitir que todo el mundo disponga de la misma tecnología no es sólo un mejor mercado. Esto también permite evitar las incompatibilidades y los conflictos de los códigos informáticos que las empresas como Microsoft sostiene con las esperanza de mantener a su clientela cautiva.
En el terreno del saber, estos esfuerzos no van a la zaga, y la enciclopedia Wikipedia, conocida como “la enciclopedia gratuita en la que todo el mundo puede editar”, adquiere una dimensión bastante sorprendente: en su cuarto año de existencia, cuenta con cerca de dos millones y medio de entradas redactadas en un centenar de idiomas. Libre, gratuita, universal, con un único empleado a sueldo para vigilarla máquina que mueve el dinero de unas fundaciones privadas, recluta a los autores gracias a sus ochenta millones de visitas diarias. No se considera un lugar de creación del saber, sino un espacio de mediación y transmisión, de este modo, la gestión de Wikipedia tiene algo de periodismo ciudadano, lento y descentralizado. Su audiencia es, de hecho, a la vez el autor, el mediador y el lector de un saber que evoluciona a través de la modificación de un contenido que se gestiona sobre un programa libre.
Este movimiento espontáneo de una audiencia reforzada por el poder de la red invierte completamente la lógica tradicional de los medios de comunicación de masas, en donde, un emisor identificado se dirige a un auditorio pasivo. El sicólogo Joseph Klapper propuso una reestructuración de las primeras teorías de la información: a su parecer, la información que proporciona el periódico, la radio o la televisión se compara con una “inyección hipodérmica”. Se pincha o se recibe el pinchazo; nada de términos medios.
Quienquiera que sea, todos los días, ha gestionado un sitio de información, cuyo éxito vienen ratificado por una audiencia que sabe que en la red ya no existe esa división. Internet impone a los periodistas vivir al mismo nivel que su audiencia. Hoy en día, resulta imposible difundir unas informaciones sin permitir que esa audiencia reaccione ante el contenido y el tratamiento. En un primer momento, los internautas de los sitios de referencia se vieron confinados a unas secciones similares a las “cartas al director”, más tarde se dirigieron hacia los foros abundantes, pero poco controlados, ahora ya se expresan en el mismo espacio reservado para colgar on line el contenido periodístico. Las opciones “exprese su opinión” “responda este artículo” “comente este blog” se desarrollan hasta llegar a desafiar, en algunos sitios, al editorial. Esa situación que la prensa escrita francesa nunca ha considerado como el principio de un diálogo. Uno de los síntomas de éxito de un sitio de información es el de convertirse en un ágora. El periodismo online ve cómo se amplía sin cesar esas especialidad de su contenidos que lo aleja, poco a poco, del resto de los medios, en donde, a pesar de secciones como “usted tiene la palabra”. “el buzón de los lectores” o “participe en antena”, la actividad descansa sobre un flujo unívoco: “yo publico, ustedes leen” o “yo emito, ustedes escuchan, ustedes miran”. Organizar, moderar, filtrar, presentar, estimular el flujo de comentarios y de los testimonios que procede de la audiencia se convierte en una preocupación tan generalizada en los sitios que cada uno siente que llega a una etapa en donde, de una manera regular, también habrá que producir, en parte, la información a partir de los textos, foros, vídeos, etcétera. No está lejos el día en el que la pregunta de James Joyce se formule en todos los sitios que mantengan su capacidad de información: “¿Los consumidores no serán los productores?”.
Existe un paradigma de este enfoque: el sitio surcoreano Ohmynews. Elaborado con las aportaciones de 40 mil contribuidores -700 en 2001, el momento de su creación-, el sitio obedece al credo de su creación-, el sitio obedece al credo de su inventor, Oh Yeon-ho: “Todo ciudadano es un reportero. Los periodistas no forman una raza exótica, cada persona que dispone de una información que narrar y desea compartirla con los demás es un de ellos”. En la redacción trabajan 40 personas. Su tarea consiste en seleccionar las contribuciones, contrastarlas y jerarquizarlas. Las más importantes, o las más originales, se remuneran modestamente: catorce euros la unidad.
Algunos periodistas profesionales de Ohmynews se cuelgan un nuevo título: “Verificadores rápidos”. En cuanto a los ciudadanos reporteros, éstos abastecen al sitio de cuatroquintos de su contenido. Como lo destaca el periodista Bertrand Le Gendre, se trata de “nanoperiodismo”: “la multitud se dirige a la multitud”.
En 2005, mientras el sitio empezaba a producir beneficios, este modelo no se repitió a igual escala en ningún otro país. Quizá, porque Corea es el Estado que literalmente ha apostado por la red: tres de cada cuatro hogares disponen de una conexión de alta velocidad.
El otro ejemplo, que siempre se cita, de una fuerte interrelación con la población, es el modesto imperio construido alrededor del Lawrence Journal-World, el diario de ciudad de Lawrence (85 mil habitantes), en el Estado de Kansas. Las cuatro quintas partes de la ciudad están cableadas. The World es un grupo pequeño que posee red por cable, el periódico, la radio y la televisión locales. Decidió edificar todo entorno a su red, la cual ofrece la información completa de la ciudad: anuncios breves, guía de la vida nocturna, procesos en espera, ficha de los jugadores de todos los equipos, informes sobre la actividad escolar y universitaria, y, por supuesto, los blogs de toda la población. Lo quieran o no los habitantes aparecen online. Para asegurarse de que ninguno se escapa de la red totalitaria, el grupo ofrece gratuitamente conexiones a Internet sin cable en los espacios públicos.
Corea y Lawrence representan dos situaciones extremas de la red: el país mejor equipado del planeta y un cuasi monopolio de la comunicación en una ciudad. En un universo de competencia entre sitios o, sencillamente, con una red menos penetrante, ¿podría un sitio de información triunfar con el argumento de que lo nutre su audiencia?
Esta pregunta es un modo indirecto, suave, de preguntarse sobre el futuro del periodismo: presupone que siempre existirá una redacción para dirigirse a la audiencia. Se puede proponer una respuesta brutal: los periodistas han empezado a perder el monopolio, u oligopolio, como se quiera, de la expresión pública con la aparición de los blogs, una tecnología que proporciona a todos la capacidad de obviar a la prensa tanto para emitir como para recibir.
El experto en medios, Regis Debray, afirma en un análisis de lo que él llama “hiperesfera” que cada uno de las tecnologías mediáticas lleva consigo un cambio de clericatura en la sociedad. Así como Gutenberg permitió que los profesores sustituyeran a los monjes y a los doctores en cuanto referentes del saber; y los medios de comunicación eléctrica dieron a la prensa la categoría de cuarto poder; Internet puede entronizar a un nuevo rey, fugaz por definición: el último que le habló a la audiencia.
Etiquetas: audiencias
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