martes, junio 05, 2007

La importancia de ser famoso


El periodismo de espectáculos no es banal en sí. El editor del National Esquier decía sobre su revista que ésta había cambiado el rostro del periodismo estadounidense. Para Lain Colder, la investigación que realizaba su medio estaba lejos del periodismo de chusma creado por Walter Winchell en 1920 y se acercaba más al trabajo de los grandes medios de ese país. Colder se dio el lujo de mandar a nueve reporteros y fotógrafos al funeral de Aristóteles Onassis, 25 al de Elvis y 50 (incluido editores) al de Grace Kelly. Para él, eso era investigación. El caso Bolocco, sin embargo, destapó lo peor del periodismo de chismes o farándula en Chile. No porque la privada vida de la animadora no puediera ser investigada, sino por la manera, los recursos y la falta de creatividad de la cobertura. La farándula en Chile casi no alcanza a ser periodismo, o sólo en algunos aspectos y en algunos medios. Hay ejemplos interesantes de reporteo sesudo en espectáculos que sintetizan lo mejor de la profesión, pero lo de Bolocco es una clase para advertir lo que no hay que hacer; al menos si uno quiere alcanzar algún título de dignidad. Además, despertó el patético apetito de los parlamentarios chilenos por la censura. Este es un texto sindicado de Mario Vargas Llosa, sobre la Bolocco, la farándula y los medios.

Por Mario Vargas Llosa
http://www.elpais.com/articulo/opinion/civilizacion/espectaculo/
En algún momento, en la segunda mitad del siglo XX, el periodismo de las sociedades abiertas de Occidente empezó a relegar discretamente a un segundo plano las que habían sido sus funciones principales -informar, opinar y criticar- para privilegiar otra que hasta entonces había sido secundaria: divertir. Nadie lo planeó y ningún órgano de prensa imaginó que esta sutil alteración de las prioridades del periodismo entrañaría cambios tan profundos en todo el ámbito cultural y ético. Lo que ocurría en el mundo de la información era reflejo de un proceso que abarcaba casi todos los aspectos de la vida social. La civilización del espectáculo había nacido y estaba allí para quedarse y revolucionar hasta la médula instituciones y costumbres de las sociedades libres.
La noticia en otros webs
¿A qué viene esta reflexión? A que desde hace cinco días no hallo manera de evitar darme de bruces, en periódico que abro o programa noticioso que oigo o veo, con el cuerpo desnudo de la señora Cecilia Bolocco de Menem. No tengo nada contra los desnudos, y menos contra los que parecen bellos y bien conservados, tal el de la señora Bolocco, pero sí contra la aviesa manera como esas fotografías han sido tomadas y divulgadas por el fotógrafo, a quien, según la prensa de esta mañana, su hazaña periodística le ha reportado ya 300.000 dólares de honorarios, sin contar la desconocida suma que, por lo visto, según la chismografía periodística, la señora Bolocco le pagó para que no divulgara otras imágenes todavía más comprometedoras. ¿Por qué tengo que estar yo enterado de estas vilezas y negociaciones sórdidas? Simplemente, porque para no enterarme de ellas tendría que dejar de leer periódicos y revistas y de ver y oír programas televisivos y radiales, donde no exagero si digo que los pechos y el trasero de la señora de Menem han enanizado todo, desde las degollinas de Irak y el Líbano, hasta la toma de Radio Caracas Televisión por el Gobierno de Hugo Chávez y el triunfo de Nicolas Sarkozy en las elecciones francesas.

Ésas son las consecuencias de aceptar que la primera obligación de los medios es entretener y que la importancia de la información está en relación directamente proporcional a las dosis de espectacularidad que pueda generar. Si ahora parece perfectamente aceptable que un fotógrafo viole la privacidad de cualquier persona conocida para exponerla en cueros o haciendo el amor con un amante ¿cuánto tiempo más hará falta para que la prensa regocije a los aburridos lectores o espectadores ávidos de escándalo mostrándoles violaciones, torturas y asesinatos en trance de ejecutarse? Lo más extraordinario, como índice del aletargamiento moral que ha resultado de concebir el periodismo en particular, y la cultura en general, como diversión y espectáculo, es que el paparazzi que se las arregló para llevar sus cámaras hasta la intimidad de la señora Bolocco, es considerado poco menos que un héroe debido a su soberbia performance, que, por lo demás, no es la primera de esa estirpe que perpetra ni será la última.
Protesto, pero es idiota de mi parte, porque sé que se trata de un problema sin solución. La alimaña que tomó aquellas fotos no es una rara avis, sino producto de un estado de cosas que induce al comunicador y al periodista a buscar, por encima de todo, la primicia, la ocurrencia audaz e insólita, que pueda romper más convenciones y escandalizar más que ninguna otra. (Y si no la encuentra, a fabricarla). Y como nada escandaliza ya en sociedades donde casi todo está permitido, hay que ir cada vez más lejos en la temeridad informativa, valiéndose de todo, aplastando cualquier escrúpulo, con tal de producir el scoop que dé que hablar. Dicen que, en su primera entrevista con Jean Cocteau, Sartre le rogó: "¡Escandalíceme, por favor!". Eso es lo que espera hoy día el gran público del periodismo. Y el periodismo, obediente, trata afanosamente de chocarlo y espantarlo, porque ésta es la más codiciada diversión, el estremecimiento excitante de la hora.

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2 Comentarios:

Blogger Rodrigo Durán Guzmán dijo...

Me parece aberrante que ahora estos "honorables", y teniendo en cuenta a los involucrados, estén pensando en algo semejante a la "ley bolocco".
A saber, por qué no pensaron lo mismo cuando se desarrolló el caso Spiniak, en el cual incluso se dió a conocer a la opinión pública el tamaño de los testículos de los involucrados?.
Pero lo que me cuestiono, como estudiante de periodismo, es lo siguiente: ¿Qué poderes fácticos hay involucrados que ahora sí se piensa en una ley de violación a la privacidad?.
Y otro punto a destacar es el rol del periodismo de farándula porque, a pesar de no ser muy bien visto, a dado golpes tales como el caso Lewinsky/Clinton y hasta hoy sobre los antecedentes de la muerte de Diana de Gales.
¿Será que el periodismo de farándula está tomando ribetes políticos y eso es lo que asusta e intimidad a nuestros honorables?...

10:23 p. m.  
Blogger andrés Azócar dijo...

Rodrigo

Varias cosas.
Creo que los poderes fácticos -tal como los conocemos- no tienen mucho que ver con la idea de legislar sobre la intimidad, simplemente es una oportunidad para proteger su vida privada, un concepto bien complejo, si consideramos que los legisladores son figuras públicas.
Larry Flint, el fundador de Hustler, acaba de ofrece dinero para quienes lleguen con información que involucre escandalosamente a parlamentarios...supongo que ese no es el temor de nuestros honorables.

Sobre el caso Clinton, estás es un error. El medio que difundió la información fue drudgereport.com, que más que un medio de farándula, es un website bastante amarillento, pero muy rentable y ya un hito en la historia de internet.

Saludos.
A

9:53 a. m.  

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