martes, abril 15, 2008

La nueva jugada de Lessig

Lawrence Lessig primero luchó porque la creatividad no estuviera restringida por los cánones (algo obsoletos ya) de los copyright. Su cruzada se llamó Creative Commons (CC) y le dio a Lessig un nombre y una batalla muy popular para las nuevas corrientes culturales, que simpatizan más con los RSS que con la industria. Lessig es abogado y profesor de Stanford, pero más que eso, es un gran orador y promotor de sus causas. Sus conferencias abundan en la web, tanto como sus charlas y libros. Su visión de una sociedad más participativa ahora lo llevó a fundar el proyecto Change Congress, una plataforma para hacer del actual Congreso Estadounidense (y sus moradores) una institución más transparente y participativa. Esto no sólo apunta al registro de lobbistas sino al corazón mismo de la burocracia parlamentaria. Su nueva batalla mucho tiene que ver con la experiencia de CC, que se ha visto desintegrada por los poderes que corren paralelamente al Capitolio. Lessig en el fondo es el defensor de la nueva libertad de expresión, esa que recoge los antiguos principios pero que suma los nuevos: la libertad de contenidos. A continuación un notable video al estilo Lessig, el sitio y una entrevista del diario El País.

Chage Congress
Video Change Congress
¿Por qué creó Creative Commons?
Para entender lo que es Creative Commons [CC], hay que entender el problema que trata de resolver. Las leyes del copyright regulan las copias de las obras pero, en el mundo digital, cada uso individual de cualquier obra crea una copia. Eso significa que, en principio, tienes que tener una licencia para cada uso, aunque seas un niño que utiliza imágenes de Disney para un proyecto del colegio. Sin embargo, muchos creadores no quieren que el control de su obra esté tan restringido; prefieren que la gente haga cosas con su trabajo, que lo copie, que lo comparta, que realice proyectos. Las restricciones del copyright no tienen sentido en este contexto. Es una tragedia que hayamos creado un régimen que concibe la creatividad de millones como ilegal. Y es importante tener este debate.

¿Por qué?
Porque la tecnología está cambiando la relación de la gente con la cultura. Hacer un disco o una película estaba reservado a un pequeño grupo de gente, y muchas formas de expresión cultural han acabado siendo desechadas. Lo que las tecnologías digitales han conseguido es que, de nuevo, un montón de gente pueda participar en esta creación cultural. Y en lugar de impulsarlo, la ley está en contra de esta nueva creatividad.

¿Puede haber creación sin industria?
No. Y ésta es una de las razones por las que pienso que el copyright es esencial, incluso en la era digital. Nada de lo que hacemos intenta negar la importancia de la industria, pero el modelo de industria tradicional que fue desarrollado en el siglo XX no tiene sentido en el XXI. No es un debate a favor o en contra de la propiedad, es un debate sobre cuál es el régimen que permite a la mayor cantidad de gente posible ser creativa, mientras se protegen los necesarios incentivos comerciales de la industria. Lo que hay que pensar es si el modelo de protección de las obras de Madonna es el que tiene sentido para todas las formas de creatividad del mundo. Es un modelo muy particular desarrollado en un momento muy particular, con un determinado tipo de tecnología. La idea de que debe haber un solo modelo para todos los tipos de creatividad es ridícula. Y CC no es una manera de impedir que la gente explote sus obras; es una manera de ayudar a los autores a decidir cómo hacerlo.

Usted menciona en su libro Cultura libre que el problema es que hemos dejado que los más amenazados por este cambio sean los que han desarrollado las leyes.
Así es. Uno de los mayores problemas de este tema es la corrupción del sistema, no en el sentido político, sino por el hecho de que la industria cultural ha tenido mucho éxito en crear lobbies.
¿Qué piensa del intercambio de obras creativas por Internet?Espero que la gente no use las redes P2P [de intercambio] para violar el copyright de otros. Lo digo porque no creo que se deban violar los derechos de nadie pero, además, porque esa actividad es la gran excusa que tiene el otro lado para decir "debemos controlar Internet", haciendo que sea más difícil para nosotros centrar la atención en la actividad creativa, que no debería estar limitada por el copyright. Pero no importa lo que haga la industria. Puede poner barreras técnicas o denuncias, pero no va a detener el intercambio de archivos.

¿Y ha servido para algo esta guerra?
Los niños son criminales y los artistas no ganan dinero.

En España hay una polémica, la imposición de un canon en cada dispositivo digital susceptible de contener obras creativas, incluidas cámaras fotográficas. ¿Qué opina?
No conozco las particularidades de la propuesta española, pero lo que no entiendo del sistema europeo es que aúna lo peor de dos mundos: el sistema americano no impone tasas sobre ningún dispositivo, pero sí intenta controlar las copias, y el europeo puro impone tasas a la tecnología, pero te deja libertad para copiar. Eso significa que si compras un reproductor eres libre de llenarlo con la música que quieras, porque ya pagas. Europa no se decanta por ninguno de estos sistemas: tiene los dos. Tiene el impuesto, pero también las restricciones. Deberías pagar por el copyright una vez, y si pagas un impuesto por los dispositivos, entonces deberías ser libre de hacer copias.

¿Qué le diría a los autores españoles que creen que no hay nada más que el copyright frente a la copia desenfrenada de Internet?
Deberían saber que el modo en que están protegidos depende de tecnologías y modelos de negocio del pasado. Por ejemplo, el editor de mi libro Cultura libre pensó que debía estar gratis en la Red. ¿Por qué tiene sentido? Bueno, no es un libro corto, así que el coste de imprimirlo es mayor que el de comprarlo, y el editor pensó que, si lo ponía en la Red, mucha más gente lo conocería y lo compraría. Y el editor no quiere perder dinero. Intenta hacer más.

¿Y funcionó en su caso? ¿Hizo dinero con su libro?
Bueno, hice tanto dinero como me prometieron. Y el libro ha sido descargado más de medio millón de veces. Eso es extraordinario para un académico [se ríe].

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2 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Es de suma importancia no sólo entender qué significa CC y cuál es su real utilidad, sino también identificar los nuevos cambios culturales y la forma de hacer negocios.
En Chile aún no se le toma el peso a la revolución tecnológica. Más aún, recuerdo que la visita de Lessig a Chile - en el año 2005- pasó casi inadvertida. El país se convirtió en el segundo miembro latinoamericano de Creative Commons (el primero fue Brasil), pero aún existe gran ignorancia en Chile,frente a este tema.
En cuanto a los artistas, en específico de los cantantes y grupos musicales, tengo entendido que el mayor porcentaje de ingresos en esta industria, no es por CD vendido, sino por entradas a los conciertos. Las discográficas deberían entender lo significativo que es para el rubro tanto las licencias de CC como la teoría del Long Tail. Si cada día existen nuevos grupos,canciones y gustos, ¿no sería más fructífero para la industria promocionar la música de forma gratuita en vez de invertir en CD que no serán comprados sino más bien pirateados o bajados por Internet? Comprar música - al no ser que sea por iTunes- se ha convertido en una práctica de culto. Y aún así, el producto que se vende no ha cambiado, se sigue vendiendo lo mismo sin ningún plus. Incluso, esta misma situación, es aplicable a más de una industria.
Como dice Seth Goding en su libro "Purple Cow", ya no basta con vender vacas, hoy tienen que ser moradas.
Lessig plantea un nuevo modelo de negocio en su libro Free Culture, pero ¿qué pasará con los medios de comunicación, los cuales pareciera que aún no entienden a las nuevas audiencias? ¿Empezarán a crearse nuevos medios que sí entienda la cultura libre o los directores se verán forzados a cambiar? ¿Cuánto tiempo será el que habrá que esperar nuevas leyes que regularicen este tema?
No entiendo cómo es posible que los canales de tv restrinjan el material que se sube al Museo de la Prensa, ¿estar en un museo ya no es considerado como algo prestigioso?
Aún sigo sin entender por qué Chile sigue viviendo en un siglo pasado.

6:33 p. m.  
Blogger andrés Azócar dijo...

Francisca

Las concepciones de Lessig, como las de muchos grandes (e influyentes) pensadores, es puro sentido común. Y por eso tiene un valor real.

Tal como dices en "Free Culture" Lessig da todas las señas para sentirse atraido por la idea de compartir contenidos. Quizás siga siendo el modelo de negocios lo más complejo de armar, pero finalemnte es lo que están haciendo emprsas del NYT, cuando ofrecen en su página web contenidos publicados por su competencia, el Washington Post.

Chile va a la retaguardia en proyectos de internet a pesar de ir a la vanguardia en penetración de banda ancha. La pregunta es por qué. No lo sé: nuestra capacidad de desarrollo y emprendimiento es menor de lo que creemos, miedo al riesgo, capital humano escaso, incapaces de entender los nuevos paradigmas económicos de internet...no sé.

Sólo sé que los medios nos pusieron muchas trabas para hacer el museo de la prensa (www.museodeprensa.cl) precisamente porque aún no definen el valor de los contenidos ni su capacidad de transformarse en negocio. La verdad, no es por copyright, es porque el modelo no lo tiene claro. Mientras tanto guardan sus archivos en bodegas. Sin duda, a mi me parece un mal juicio...por eso me gusta la filosofía de Lessig. Veremos quién toma su cruzada en Chile.

La gracia de Lessig, también argumentada en Free Culture, es que rompe con los paradigmas del periodismo sin decirlo. El contenido y su administración tiene hoy otro valor...tal como lo plantea Jon Stewart en Daily Show.

Chao
A

9:52 a. m.  

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