lunes, septiembre 21, 2009

Lo que descubrió Magdalena Piñera

La bulla que desató la idea de la hija de Sebastián Piñera (Magdalena) al recordar una entrevista en la que MEO vapuleaba la chilenidad, se comió una de las aristas más importantes a mi juicio y que tiene que ver más con periodismo que con política. La pregunta es el porqué ni un solo profesional, de la decena que ha entrevistado a Marco Enrique, le preguntó antes por declaraciones que obviamente son noticiosas y que un candidato (más allá del pésimo olor que producen el chauvinismo) debe responder. Las respuestas pueden ser muchas: a) Porque nadie está dispuesto a citar a otro medio (la entrevista apareció en Cosas), algo bastante común en Chile, pero en este caso difícil de creer. b) Porque el periodista no tuvo tiempo. En EE.UU. (por lo menos hasta antes de la crisis de este año) sólo el 20% de los periodistas trabajaba de un día para otro, en Chile esa cifra debe alcanzar un 80%, lo que obviamente resiente la calidad del periodismo y la posibilidad de que alguien se entere de lo que dijo MEO seis años atrás. Y c) simple negligencia. Lamentablemente esta es una probabilidad alta y de la que muy pocos profesionales pueden salir ilesos. Los entrevistadores suelen no evadirse de los formatos comunes y prefabricados, pero el pecado mayor es no bucear en archivos para encontrar precisamente las nuevas historias, las nuevas aristas. Es bastante sintomático que las preguntas no salgan de lo común, lo que hace evidente que no existe un pre-reporteo. Poco o nada. Andrea Palet (@apalet) me recordó a Donella Meadows, una científica especialista en dinámica de sistemas quien enfrentó a los editores de medios, desde las fronteras, lo que legitima (¿parece?) su percepción. Estás críticas reaparecen en un momento no muy bueno para la industria, pero no deben sonar a una golpiza oportunista, sino a la permanente autocrítica que debe tener esta profesión.

Por Donella Meadows

He llegado a conocer al menos cincuenta editores de diarios. Son gente bien informada. Leen cuatro o cinco periódicos al día; los editores de las páginas editoriales leen cuando menos veinte columnas de opinión al día. Es gente disciplinada, productiva, y ágil con las palabras. Gente organizada. La mayoría respeta ciertos estándares de ética profesional en asuntos como evidencias sobre los hechos, equilibrios, veracidad y el derecho del público a conocerlas. Por encima de todo, se preocupan por la sociedad y la democracia, y por las corrientes informativas que mantienen a una comunidad y a una nación unidas.Como todos los demás, sin embargo, los editores de prensa están inmersos en un sistema cuya estructura, cuyos premios y castigos, determinan su comportamiento; y no siempre para bien. Las empresas para las que trabajan fabrican diariamente un producto bajo un programa estrictamente elaborado, lo cual no propicia la reflexión cuidadosa. Son empresas comerciales que buscan captar publicidad, cautivar al público y generar ganancias. Hay mucho espacio disponible todos los días, y la competencia por ese espacio es intensa.Todo lo que he dicho de los periódicos es aun más cierto en la radio. El resultado es una serie de características que todos conocemos: el estándar y la serie de críticas generalmente precisas sobre los medios.


· Se concentran en el evento; reportean superficialmente los acontecimientos y no reparan en las estructuras subyacentes.

· Son cortoplacistas; producen noticias sensacionalistas y después las abandonan. No observan los fenómenos de manera cuidadosa y a largo plazo (ignoraron el efecto invernadero durante décadas, hasta que hubo sequía en el Medio Oeste).

· Son instintivamente gregarios: enviarán a 1.500 reporteros a una convención política, pero ninguno asistirá a la presentación de una política ambiental crucial.

· Los atraen las personalidades y autoridades; no les interesan las personas de las que no han oído hablar.

· Para cumplir con las limitaciones de tiempo y espacio, simplifican los temas. No toleran la incertidumbre, la ambigüedad, los sacrificios o la complejidad.

· Son escépticos; les han mentido y los han manipulado tan a menudo que no le creen a nadie. Son cínicos y en ocasiones irritan a la gente que les está diciendo la verdad.

· Tienden a deformar la verdad para cuadrar su historia y, así, no ven el mundo tal como es (varias veces viví la frustrante experiencia de ser entrevistada por un reportero que no quería escuchar hechos que contradijeran «su historia»).

· Aman la controversia y creen que la armonía es aburrida; ven el mundo como una serie de situaciones antagónicas del tipo perder/ganar, correcto/incorrecto. Les atrae el conflicto y las cosas que no funcionan; no hacen caso de las cosas que sí funcionan.

· Son muy conservadores; aunque les gusta pensar que son duros e inflexibles, en realidad solo denuncian asuntos marginales para la sociedad. La mayor parte de las veces, por lo general inconscientemente, defienden el statu quo y en verdad se resisten a las nuevas ideas.

· También inconscientemente, informan a través de los filtros de la inutilidad, la imposibilidad, el cinismo, la pasividad y la aceptación. Reportan problemas, no soluciones; obstáculos, no oportunidades. Sistemáticamente niegan su poder y el de su audiencia.

4 Comentarios:

Anonymous José Agustín Muñiz dijo...

En Estados Unidos una declaración como la de ME-O le habría significado al candidato una paliza medial inmediata. A los 30 segundos de lanzada su candidatura un vocero de su oponente habría puesto el titular en el cielo.

Un candidato que tiene esa frase en su historial no se presenta a una elección en Estados Unidos sin una respuesta preparada. Es más, creo que si está bien asesorado, la hace explotar él mismo de modo controlado. En ese sentido, hay que reconocer que la primera reacción de ME-O fue bastante amateur (desacreditar y reclamar juego sucio), pero su descargo en Reportajes de La Tercera este domingo fue una aceptable manera de desactivar la bomba.

Una muestra, a mi entender, de lo poco profesional que todavía es la comunicación política en nuestro país.

Saludos, José Agustín Muñiz

10:32 p. m.  
Blogger María Pastora Sandoval Campos dijo...

Muy bueno el post. Mi marido no es periodista, le gusta mucho la política y siempre nos critica que los periodistas chilenos pecamos de muchas de las cosas que se describen aquí.

Lo que me sorprendió fue que después Magdalena Piñera dijo públicamente que se arrepentía de haber difundido la información. Creo que eran dato muy valiosos para quienes van a votar por él, para que lo hagan totalmente informados.

Y eso que todavía no se discute que MEO quiere mar para Bolivia y que ha participado activamente de esa petición.

Saludos,

María Pastora

5:52 p. m.  
Blogger andrés Azócar dijo...

De todas maneras, creo que esta es una prefesion, por su caracter publico e informativo, que tiene un alto nivel de autocritica.A diferencia de otras.Los economistas, como quedo demostrado con la columna de Krugman, son bastante mas egocentricos y complacientes que los periodistas.
Sobre Meo mi queja es que decir que prefieres ser italiano a chileno es bien contradictorio con querer ser presidente. Pero no lo veo por el lado nacionalista. Yo tb le daia acceso al mar a Bolivia. No me hace ruido.

Sorry por los acentos, pero no se como ponerlos desde el cel

A

5:56 a. m.  
Anonymous Jose Agustin Muñiz dijo...

Buen punto, Ma. Pastora. ¿Por qué se habrá arrepentido Magdalena Piñera? No me pareció que fuera un ataque sucio, al contrario, creo que es un tema legítimo. Como dice Andrés, si quieres ser Presidente de un país no es bueno que seas patriotero, pero un mínimo de amor por tu país es muy útil.

Sobre la autocrítica de nuestra profesión. Si bien tenemos problemas serios con aplicarnos a nosotros la transparencia que le pedimos a otras profesiones, por alguna razón todo el mundo se siente con la libertad de quejarse de nuestro desempeño profesional con una libertad (iba a decir liviandad) que no se toman cuando se evalúa, por ejemplo, el desempeño de otro profesional. A los médicos se les venera, los economistas se miden por sus pronósticos, etc.
José Agustín Muñiz

5:02 p. m.  

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