martes, septiembre 22, 2009

Todos los hombres del Presidente



Hace dos semanas Bob Woodward, Carl Bernstein y Robert Redford se juntaron en la Brooklyn Academy of Music, para conversar sobre periodismo y especialmente sobre lo que fue Todos los Hombres del Presidente, la película que retrató uno de las investigaciones periodísticas más notable en la historia de la profesión y que terminó bochornosamente con la carrera política de Richard Nixon. Además de crear el mito de Garganta Profunda. Los dos jóvenes periodistas del Washington Post tuvieron carreras disímiles, siendo la de Bon Woodard la que más ha brillado, especialmente durante el gobierno de Bush hijo, a quien comparan con Nixon por crear una administración basada en el secretismo. "Hubo muy poco periodismo es su periodo", dicen. El siguiente es parte del diálogo de los tres protagonistas que dieron a la profesión un estatus que el tiempo (y muchas infidelidades) han carcomido. "Para llegar a la verdad hoy todos quieren atajos", dice Woodward.

  • "Nuestra trabajo se ha glamurizado y se han perdido las lecciones importantes. No hay atajos para llegar a la verdad pero todos quieren atajos. Es un trabajo que se construye muy poco a poco y que te obliga a vivir en la duda constantemente. Los periódicos ya no están dispuestos a tener a dos personas trabajando en el mismo tema durante dos años. Quieren resultados inmediatos, ya no les preocupa la calidad y el problema es que el buen periodismo requiere esfuerzo, constancia, tiempo y no debería hacerse con el objetivo de un triunfo rápido si no de llegar hasta el fondo de los hechos"
  • "Decidimos aumentar el volumen de 'las armas' utilizadas por los dos periodistas, máquinas de escribir, teléfonos... Fue un efecto sutil (les valió un oscar al mejor sonido) con el que queríamos subrayar la importancia de su trabajo. Si miro hacia atrás me siento muy orgulloso del filme porque sin querer fue parte de la historia. No ha vuelto a ocurrir que todo funcione como debería. Primero los periodistas pero después el congreso y también el tribunal supremo. Todos hicieron bien su trabajo"
  • Entre los 'pecados capitales' del periodismo de hoy se subrayó la transformación de los grupos periodísticos en empresas que cotizan en bolsa. "Eso ha sido el principio del fin del buen periodismo" dijo Redford parafraseando a una antigua amiga que dimitió como directora de un periódico estadounidense cuando éste salió a bolsa en los años ochenta. Bernstein y Woodward además criticaron que apenas se verifique la información. "Por eso internet es tan confuso y hasta se imprimen los rumores. Hoy es difícil saber dónde buscar la verdad". Todos lamentaron el "poco periodismo" que hubo en la era Bush frente al secretismo de un gobierno muy similar al de Nixon.
  • "Yo había leido esos pequeños artículos que comenzaron a aparecer en el Washington Post pero me preguntaba por qué nadie más escribía sobre el tema. Me parecía gravísimo lo que había ocurrido pero 'los veteranos' me dijeron que aunque todos se olían que había algo oscuro detrás, las relaciones entre prensa y política eran muy complicadas y no se podían romper haciendo preguntas equivocadas. Me tacharon de naive y vaticinaron que aquello no llegaría a ningún lado" recordó Redford. "Aquel cinismo y aquel derrotismo me dejaron muy mal cuerpo". Redford
  • Y mucho antes de que el escándalo salpicara a Nixon, pensó en hacer una película sobre ellos, porque le fascinó esa idea de dos hombres en busca de la verdad que además eran muy diferentes entre ellos. Les llamó, les dejó mensajes pero nunca le respondieron. "Estábamos muy ocupados con la investigación, temíamos ser despedidos y no estabamos muy seguros de que fuera realmente él" se excusaba Bernstein el sábado. No responder a Robert Redford al teléfono en los años setenta sería como no contestarle hoy a George Clooney o a Brad Pitt.

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