Cinco consideraciones para un museo en línea
El pasado 27 de noviembre, la Escuela de Periodismo de la UDP lanzó el Museo online del Periodismo Chileno. Un proyecto emblemático, creemos, para la profesión y, por supuesto, para nuestros estudiantes. No sólo era poner en línea la historia reciente, significaba aprender muchos de los que está ocurriendo con Internet y sus dimensiones, casi todas ellas enmarcadas por la incertidumbre. El trabajo se convirtió finalmente en una serie de lecciones para los futuros proyectos que emprendamos y también para la forma en que debemos desarrollar una profesión que muta, se desploma y renace casi todos los meses. El Museo de Prensa se convertirá en una vitrina de nuestras virtudes y defectos, de la cooperación con las audiencias y también del desarrollo que les espera al Periodismo en los próximos años.
1.- El decomiso de la historia
Para muchos medios, el Museo apareció como un ser extraño e inadecuado. Les era complejo adivinar si la plataforma era la correcta, si no estaban "donando" información tan importante que debía seguir guardada en enormes, pero herméticos archivos. La confusión era absoluta. No sabían si cobrar por el contenido o cobrar por el derecho de autor. En el caso de la Televisión, el cuestionamiento apuntaba a que si nos daban imágenes para un "museo" -daba los mismo si éste reconocía el aporte de los medios-, se fomentaba la gratuidad de la información y era una pésima señal para las audiencias ávidas de registrar los archivos visuales de las estaciones de TV. Las teorías de Lawrence Lessig y el P2P no tenían cabida en esta discusióm, que finalmente no hizo recurrir a Youtube y archivos personales. Por suerte, algunos medios entendieron el concepto del Museo y la posibilidad que se abría para mostrar parte importante de la historia que cada uno había construido en los últimas cinco décadas. Esa mirada, permitió que el Museo tomara forma y que se consolidara un proyecto que lo único que buscaba era dar vida nuevamente al parte de pasado del periodismo nacional.
2.-La importancia de las audiencias
El proyecto siempre se pensó de código abierto. Las razones son muchas, pero la más importante, es que jamás podríamos dar con todos los hechos que merecen estar en un Museo. Existen archivos personales, que fueron construidos durante la Unidad Popular y la Dictadura, que evidentemente un Museo cerrado dejaba injustamente fuera. Y muchos hechos vitales a la hora de armar el pasado quedaron fuera, pero en una segunda etapa se irán completando. Además, en un momento en que las audiencias están “arriba del escenario” impedir que pudieran participar de un proyecto -que por esencia es colectivo- no tenía sentido. Sabíamos que lograríamos mayor profundidad e interacción si armábamos un plataforma tipo wiki. El primer día que el Museo estuvo abierto en la página, algunas personas comenzaron a subir imágenes y los comentarios, muchos de ellos muy generosos, se multiplicaron. Por supuesto, se nos planteaba un problema: un editor de contenido y una línea editorial que delimitara el objetivo del Museo.
3.- Editar a la audiencia.
Como todo proyecto de código abierto, las dudas más grandes siempre estuvieron enfocadas a las responsabilidades de las audiencias. Cuáles serían los hechos que formarían parte del Museo, editaríamos antes o después de que la genete subiera los hechos a la página, qué comentarios desecharíamos, sería un museo de lo publicado o también de lo que fue censurado. Las dudas no eran menores. Hay medios que manejan un editor de contenidos como un pre censor y otros que prefieren que su trabajo esté centrado en lograr que los sitios se mantengan limpios de pornografía, comentarios prehistóricos, ofensivos, infantiles…sabíamos que alguien tendría que decidir, sobre una línea editorial pública y transparente, el destino de los contenidos del Museo para que no perdiera su foco. La elección cayó en un alumno que participó en la creación de esta plataforma y que maneja muy bien los criterios que buscábamos con esta idea.
4.- El diseño y la programación
Entendíamos que era clave el equipo que trabajaría en el Museo y dentro del equipo, Rafael Bravo era prioritario. El creador de Reclamos.cl, como diseñador y programador, no sólo llevó nuestras ideas a la página, sino que además nos abrió la cabeza para que el sitio fuera lo que es hoy. Rafael sabe que todo se puede hacer, si se quiere, pero la dificultad es generar una interfaz sencilla y amistosa. Definimos una línea de tiempo general y otras por medios y tópicos. Además, había noticias que tenía su referente en video, audio y fotografía, lo que hacía más complejo el diseño de la plataforma. Pero el objetivo se logró: el Museo es fácil de ver y definitivamente no es complejo para publicar. Detrás estuvo la investigadora Nicole Etchegaray y cuatro estudiantes que realizaron la recolección de datos y luego subieran las “piezas” del Museo. Natalia Piedra, Carolina Loncón, Felipe Avendaño y Juan Manuel Salamanca, todos UDP, llenaron los espacios
5.- Distribución
Para muchos medios, el Museo apareció como un ser extraño e inadecuado. Les era complejo adivinar si la plataforma era la correcta, si no estaban "donando" información tan importante que debía seguir guardada en enormes, pero herméticos archivos. La confusión era absoluta. No sabían si cobrar por el contenido o cobrar por el derecho de autor. En el caso de la Televisión, el cuestionamiento apuntaba a que si nos daban imágenes para un "museo" -daba los mismo si éste reconocía el aporte de los medios-, se fomentaba la gratuidad de la información y era una pésima señal para las audiencias ávidas de registrar los archivos visuales de las estaciones de TV. Las teorías de Lawrence Lessig y el P2P no tenían cabida en esta discusióm, que finalmente no hizo recurrir a Youtube y archivos personales. Por suerte, algunos medios entendieron el concepto del Museo y la posibilidad que se abría para mostrar parte importante de la historia que cada uno había construido en los últimas cinco décadas. Esa mirada, permitió que el Museo tomara forma y que se consolidara un proyecto que lo único que buscaba era dar vida nuevamente al parte de pasado del periodismo nacional.
2.-La importancia de las audiencias
El proyecto siempre se pensó de código abierto. Las razones son muchas, pero la más importante, es que jamás podríamos dar con todos los hechos que merecen estar en un Museo. Existen archivos personales, que fueron construidos durante la Unidad Popular y la Dictadura, que evidentemente un Museo cerrado dejaba injustamente fuera. Y muchos hechos vitales a la hora de armar el pasado quedaron fuera, pero en una segunda etapa se irán completando. Además, en un momento en que las audiencias están “arriba del escenario” impedir que pudieran participar de un proyecto -que por esencia es colectivo- no tenía sentido. Sabíamos que lograríamos mayor profundidad e interacción si armábamos un plataforma tipo wiki. El primer día que el Museo estuvo abierto en la página, algunas personas comenzaron a subir imágenes y los comentarios, muchos de ellos muy generosos, se multiplicaron. Por supuesto, se nos planteaba un problema: un editor de contenido y una línea editorial que delimitara el objetivo del Museo.
3.- Editar a la audiencia.
Como todo proyecto de código abierto, las dudas más grandes siempre estuvieron enfocadas a las responsabilidades de las audiencias. Cuáles serían los hechos que formarían parte del Museo, editaríamos antes o después de que la genete subiera los hechos a la página, qué comentarios desecharíamos, sería un museo de lo publicado o también de lo que fue censurado. Las dudas no eran menores. Hay medios que manejan un editor de contenidos como un pre censor y otros que prefieren que su trabajo esté centrado en lograr que los sitios se mantengan limpios de pornografía, comentarios prehistóricos, ofensivos, infantiles…sabíamos que alguien tendría que decidir, sobre una línea editorial pública y transparente, el destino de los contenidos del Museo para que no perdiera su foco. La elección cayó en un alumno que participó en la creación de esta plataforma y que maneja muy bien los criterios que buscábamos con esta idea.
4.- El diseño y la programación
Entendíamos que era clave el equipo que trabajaría en el Museo y dentro del equipo, Rafael Bravo era prioritario. El creador de Reclamos.cl, como diseñador y programador, no sólo llevó nuestras ideas a la página, sino que además nos abrió la cabeza para que el sitio fuera lo que es hoy. Rafael sabe que todo se puede hacer, si se quiere, pero la dificultad es generar una interfaz sencilla y amistosa. Definimos una línea de tiempo general y otras por medios y tópicos. Además, había noticias que tenía su referente en video, audio y fotografía, lo que hacía más complejo el diseño de la plataforma. Pero el objetivo se logró: el Museo es fácil de ver y definitivamente no es complejo para publicar. Detrás estuvo la investigadora Nicole Etchegaray y cuatro estudiantes que realizaron la recolección de datos y luego subieran las “piezas” del Museo. Natalia Piedra, Carolina Loncón, Felipe Avendaño y Juan Manuel Salamanca, todos UDP, llenaron los espacios
5.- Distribución
Como todo proyecto, es evidente que buscamos los mejores caminos para que el proyecto tuviera volumen. El contenido era una cosa, el resto era la consolidación de su perfil y marca. Para que la gente lo visitara, diera vueltas, se entusiasmara en llenarlo. La primera etapa fue publicitarlo a través de los medios tradicionales y de nuestros socios, la segunda que se posicionara en Google (el sitio más visitado en toda América Latina, menos en Brasil y Ecuador) y en una tercera parte, ubicar una aplicación en Facebook y otras redes sociales. La proyecciones, en todo caso, fueron superadas. El primer día el Museo tuvo 2.200 visitas únicas y la gente comenzó a subir material de inmediato.
Etiquetas: nuevos medios
2 Comentarios:
Buu, cada vez hay menos posteos...
Quizás si escribieras tracklists..?
En fin.
La página quedó muy buena, felicitaciones a todos los involucrados. De verdad. Ojalá se mantenga la participación de la audiencia.
Claramente la plataforma tipo wiki era la opción para la página, pero creo que la instancia de edición debería ser previa a la publicación de los contenidos. Podría evitar que se "desprofesionalizara", sobre todo si para subir material no se necesita incluir datos personales que permitan identificar al cybernauta (al menos en la primera ventana que aparece al querer publicar, no sé si hay un segundo paso que sí pide más requisitos).
También sería interesante ver arriba lo que planteó Milena el día del lanzamiento... podrían incluirse en la línea de tiempo contenidos que nunca se publicaron, diferenciándolos con un icono o una tipografía distinta a los archivos "oficiales".
[Tengo que decir que la imagen de esta entrada está notable. Hasta me reí. Quién diría que Munch podía ser gracioso.
Y que el gritón terminaría como guardia de museo].
Saludos,
Andrea.
Andrea
Veo que tus posteos son más cortos, espero que sea porque se acerca el fin de año y no por lo aburrido del blog.
El museo necesita ajustes, es evidente. Hay espacios de tiempo muy interesantes que aún no están cubiertos, faltan hechos claves y algunos elementos que clarifiquen la líneas editorial.
Falta que los medios se involucren más, que suban lo que consideran importantes y que la televisión incorpore programas históricos...nosotros seguiremos haciendo parte de ese trabajo, pero los medios a veces tiene comportamientos extraños.
El museo ha tenido muy buena recepción afuera y en enjambre.org (el sitio de innovación)publicó un artículo de Rafael.
Eso...gracias por los comentarios...siempre viene bien en un país muy poco dado a festejar las buenas iniciativas.
A
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