Poco a poco el caos está dando paso al orden. No sólo los resultados financieros de las compañías periodísticas han abierto los ojos de las empresas. Cientos de estudios de audiencia han sumado a la práctica la teoría. Aún hay cosas que quedan pendiente, especialmente al modelo económico al que deberán apostar los medios, no sólo pensando en la web, sino en la verticalidad de las empresas periodísticas. Las plataformas se suman y no se restan. Los medios chilenos tímidamente han comenzado a entender que deben experimentar. Acá Guillermo Culell, el hombre que puso al Clarin.com como el segundo website de noticias más visitado en habla hispana y hoy a cargo de las ediciones digitales del Grupo Comercio en Lima, plantea 10 hipótesis para entender los nuevos medios. El texto completo aparecerá en la revista Dossier de la Facultad de Comunicación y Letras de la UDP. Por Guillermo CulellSegún expertos norteamericanos en tecnología y en medios, las empresas de información son quienes más sufren, más padecen, el crecimiento de Internet. Los periodistas, como parte de esas organizaciones, asumen el mismo destino. Sin embargo, hay otro destino posible: reinventarse.
Lo que sigue es una enumeración de hipótesis que describen algunas de esas mutaciones posibles. En este nuevo escenario imaginado se ha dejado de lado cualquier análisis relativo al rol social del periodista en la sociedad democrática, un rol que, por su trascendencia y complejidad, excede el marco de esta aventura. Lo que sigue es, también, un juego de imaginación divertido.La jerarquía es construida por un algoritmo.
No existe una jerarquía sino múltiples.
El periodista es un DJ.
El periodista es un atleta de elite.
El periodista es 50% ingeniero y 50% artista.
La redacción no tiene lugar.
La corporación es la marca. La organización es amorfa.
La organización comercial es una cuenta bancaria.
La red es el único territorio donde suceden los hechos.
Volumen + Velocidad = Calidad
1. La jerarquía es construida por un algoritmo“…En
matemáticas,
ciencias de la computación, y disciplinas relacionadas, un algoritmo (del latín, dixit algorithmus y éste a su vez del matemático persa
Muhammad ibn Musa al-Jwarizmi) es una lista bien definida, ordenada y finita de operaciones que permite hallar la solución a un problema. Dado un estado inicial y una entrada, a través de pasos sucesivos y bien definidos se llega a un estado final obteniendo una solución…”
“…Para que un algoritmo pueda ser considerado como tal, debe ser determinista, eficiente, tener un número finito de instrucciones y debe acabar. Por determinista se entiende que si se sigue el mismo proceso más de una vez se llega siempre al mismo resultado; eficiente que el consumo de tiempo y memoria debe estar cercano o ser el menor posible….”
“…El concepto de algoritmo, aunque similar y obviamente relacionado, no debe confundirse con el concepto de
programa. Mientras el primero es la especificación de un conjunto de pasos (operaciones, instrucciones, órdenes, ...) orientados a la resolución de un problema, el segundo es ese conjunto de operaciones especificadas en un determinado lenguaje de programación y para un computador concreto, susceptible de ser ejecutado (o compilado o interpretado). Un algoritmo, estrictamente hablando, no puede ejecutarse hasta que no se implementa, ya sea en un
lenguaje de programación, en un
circuito eléctrico, en un aparato mecánico, usando papel y lápiz o en algún otro modelo de computación…”
“…En la vida cotidiana se emplean algoritmos en multitud de ocasiones para resolver diversos problemas. Algunos ejemplos se encuentran en los instructivos (manuales de usuario), los cuales muestran algoritmos para usar el aparato en cuestión o inclusive en las instrucciones que recibe un trabajador por parte de su patrón…”
Fuente: Wikipedia (es.wikipedia.org)
De esta definición se desprende que las operaciones de jerarquización del periodismo tradicional son un algoritmo. La hipótesis formulada refuerza ese concepto; el periodismo continúa con su tradición de construir jerarquías, pero se avanza un paso más allá: se diseñan programas de computación capaces de resolver esos algoritmos en forma automática y veloz.
Entonces, ¿por qué no podemos pensar en sistematizar el proceso de jerarquización y automatizarlo? Los diseños, tanto del algoritmo como el de su instrumentación en un software, están, en este enfoque, enmarcados en la actividad periodística. ¿Cuáles son las diferencias con respecto a las maneras actuales que utiliza el periodismo para jerarquizar? Probablemente, una de las diferencias es la multiplicidad de entradas, un número considerablemente mayor comparándolo con la cantidad de entradas que se procesan hoy día en las redacciones. Y, por supuesto, otra gran diferencia es la cantidad de salidas, ya que la redacción de un diario impreso produce un único resultado por día de su algoritmo: el periódico en papel. Un software, en cambio, puede producir tantos resultados como determine la velocidad –y la capacidad- del procesador que lo ejecuta. Para él el día (ciclo de 24 horas) no existe.
La aparición de estos recursos matemáticos e informáticos amplía la capacidad de poder entregarle a la audiencia una lista ordenada y jerarquizada de “lo que importa ahora”.
Alguien tomará un lápiz y un papel y construirá “una lista bien definida, ordenada y finita de operaciones que permita hallar la solución a un problema”. Y luego le pedirá a alguien que diseñe un software que automatice el proceso. El que construye esa lista es un periodista. De hecho esas listas ya existen y no se hacen solas (Google News, por ejemplo). Existe un criterio que se ha aplicado en las operaciones pensadas para encontrar la solución a un problema. Es el periodista quien se encarga de ello.
2. No existe una jerarquía sino múltiples.
La práctica de jeraquización de los medios tradicionales está influida y hasta determinada por la escasez. La escasez del espacio y la escasez del tiempo.
En el caso de los medios gráficos, la superficie editorial es finita, en el caso de la radio o la TV lo escaso, lo finito, es el tiempo y, en consecuencia, es necesario decidir qué porción de esas magnitudes se asigna a cada contenido. Un diario es, entonces, la suma de parcelas editoriales de diverso tamaño. La finitud del espacio es un factor determinante para elegir lo que entra y lo que sale. Esta restricción exige criterios de selección de cada parte para que entre ellas produzcan un todo coherente.
Y esos criterios no pueden ser más que unos pocos. La amplitud atenta contra el proceso y la coherencia del resultado. La gran mayoría de las veces esos criterios y valores están en el “aire”, forman parte de la cultura de la organización y no son enunciados de forma explícita. En ese marco cultural, ampliar los criterios alimentaría el caos y sería casi imposible pensar en un todo coherente. Pero, ¿por qué no pensar en la posibilidad de múltiples criterios que produzcan igual cantidad de todos coherentes?
Sólo es cuestión de, lápiz y papel en mano, formular algoritmos que resuelvan necesidades informativas diversas y luego de entregarle la lista a un programador para que construya el software. A partir de ahí, varias jerarquías serán generadas de forma automática y permanente. Podríamos construir una jerarquía para gordos, otra para flacos, para médicos, abogados, mecánicos, magos, músicos, niños, actores, políticos, astrónomos…Y una que, sobre todas ellas, represente el conjunto (finito y dinámico). ¿Es ésta una tarea periodística? Sí.
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