Juan Pablo Meneses hizo una apuesta hace mucho tiempo. Una apuesta por la crónica, por la independencia y por vivir la vida de un periodistas, pero respirando el trabajo de otro modo. Meneses, lamentablemente es un bicho raro en Chile. Un tipo que puede violentar a los que escogimos la estructura y el camino señalizado, pero que hoy tiene cinco libros publicados, artículos en revistas de 15 países, talleres por parte importante de América Latina y un blog en Clarín hace tres años. Precisamente, la matería prima de su nuevo libro: Crónicas Argentinas. Meneses dio una entrevista para este blog y fue el invitado a la edición 20 de Mediapolis. Desde Buenos Aires, por supuesto. ¿Qué tipo de mitos son los que desarmas en el libro?Hay varios tipos. Los personajes populares a nivel mundial, como el Che, Maradona o Evita. Algunas costumbres que se suelen a asociar con Argentina, como el tango y el psicoanálisis. Leyendas históricas, como es el tema de los inmigrantes y la Patagonia. Y costumbres más domésticas como el uso del taxi y la educación. Argentina debe tener un récord mundial de libros sobre sus mitos, todo el tiempo están apareciendo, ganan premios, la gente los comenta, pero siempre responden a la misma fórmula: aparece alguien con una certeza absoluta que viene a decir, finalmente, cuál es la verdad de tantos mitos. Hasta que aparece otro autor que dice lo contrario. Este libro es diferente por eso: no hay certezas, no hay verdades absolutas, hay sobretodo preguntas. Preguntas que, en estos tres años, han respondido más de 12 mil comentaristas diferentes. Entonces, esta vez, los mitos son tratados por la gente, ellos los analizan y analizan sus vidas a partir de los mitos. Me gusta ver a “Crónicas Argentinas” como un gigantesco diván, donde los argentinos entran a soltar sus rollos personales a partir de la mitología. Eso permite que el libro muestre una nueva cara de los mismos temas de siempre.
Con “La vida de una Vaca” ya estabas entrando en los más profundo de la cultura argentina, ¿qué parte de la esencia de ese país descubriste ahora?
El libro está compuesto por tres partes diferentes, que terminan formando el todo final. Están mis post sobre los diferentes temas, con la mirada de alguien que es de afuera y que pide que le expliquen un país de por sí fuera de lo común. Está también la parte de los comentarios de los lectores que es donde ellos tratan de explicar su país. Y está la tercera parte, fuera de Internet, que es cuando yo voy al encuentro de los comentaristas anónimos y salgo a conocerlos en persona. En “La vida de una vaca” la idea era entender el país a partir de una vaca: siempre se habla de las 50 millones de vacas argentinas, pero es lo mismo que no hablar de ninguna, siempre se cae en generalidades, entonces la idea fue contar la vida de una, de la Negra, desde que nace hasta que llega a la parrilla. Aquí la idea es entender el país desde los comentaristas, por eso salgo a identificarlos, a hablar con ellos, que me cuenten qué pasa. Al argentino le gusta mucho hablar. De ellos mismos, cuando se analizan, y de otros temas, cuando se junta en el café. Yo a veces voy al café de la esquina, y la gente que no se conoce está hablando del país, de fútbol, de la realidad. Es una sociedad muy oral. Entonces, la idea fue aprovechar esa particularidad para abordar la cultura desde ellos mismos. Me gusta pensar que “Crónicas argentinas” es la primera crónica oral del país, que ha sido escrita en tiempo real, entre un inmigrante y sus comentaristas anónimos.
Desde tu blog han desarrollado una tremenda bitácora. Es muy diferente ser un cronista online, más allá de entrar en directo contacto con la audiencia.
Salvo en el Periodismo Portátil, porque ser portátil todavía es una excepción, no creo en los apellidos periodísticos. Por ejemplo, el término periodista digital, me parece de una redundancia absoluta (¿existen hoy periodistas no digitales?). Me pasa igual con la crónica, no creo que exista una crónica online, una crónica para papel couché, una crónica para diario, una crónica para libro. En ese sentido, no siento ninguna diferencia a la hora de hacer crónicas en un blog: la idea es la misma, lo que tengo para decir es lo mismo y estructuralmente es lo mismo. Hay diferencias técnicas, como que se pueden usar videos, audio, muchas fotos, infografías, pero siempre irá todo en función del relato. Sin embargo creo que la gran novedad, la gran ventaja a desarrollar, el gran desafío, viene con la audiencia. Maravillarnos porque la gente pueda comentar en tiempo real, que puedan dar sus opiniones, ya es un tema viejo. Creo que la idea es pasar de aquella sorpresa inicial, dejar atrás esa estrategia de “digo algo polémico para que la gente comente”, y comenzar a hacer que los lectores sean parte del relato, que participen de tu historia, que sean un elemento narrativo más. En “Crónicas argentinas” traté de hacer eso, y se nota como el comentarista pasa a ser una muy importante herramienta narrativa.
Los libros nacidos de los blogs, siempre parecieran tener un elemento de “pasado” muy fuerte y suelen representar momentos que no necesariamente son digeribles en el presente. ¿Cómo hiciste la selección?El elemento más fuerte, de la mayoría de libros de blogs que conozco, no es el pasado sino la autorreferencia del autor. Son libros más que nada vivenciales, con poco de periodismo. Se arman igual que una antología de columnas. En ese sentido, “Crónicas Argentinas” funciona más allá del blog, y me gustaría que se lea como una sola historia, claramente en presente. De hecho, la primera frase del libro es “Acabo de escribirle al último comentarista anónimo”, y eso marca que el mismo blog es uno de los elementos del libro: no es el libro. Con respecto al tiempo, termina siendo absolutamente presente, porque es la interpretación hoy, ahora, de mitos del pasado. Esa es una de las gracias de los mitos, que siempre tienen una nueva mirada, que siempre vuelven, que siempre están en presente.
La explosión de los cronistas latinoamericanos parece estar en su peor momento. Cierra Gatopardo salvo en México y Colombia, Daniel Titinger dejó Etiqueta Negra para dirigir un suplemento deportivo en el Comercio e Internet parece no abrir espacios. Cómo ves el actual escenario.
Supongo que pasó lo que sucede en cualquier explosión, algunos mueren, otros quedan heridos y otros resultan ilesos. Entonces, el problema no es el género, el problema es qué faltaba que de pronto todos querían ser cronistas. Todavía pasa que leo a formidables investigadores que insisten majaderamente en decir que hacen crónicas. Hacen investigaciones buenísimas, increíbles, pero les gusta hablar de periodismo narrativo ¿Por qué? ¿Da más estatus? ¿Te aleja del resto de la redacción? El glamour de la “crónica” hizo que muchos reporteros de diario gastaran sus fines de semana libre matándose en hacer una crónica que regalaban para medios de afuera, para ponerse la chapa de “cronista” ¿Tan grosso es ser cronista? ¿Tan aspiracional es? No creo. Nadie me dijo. Es un género narrativo, sólo eso. El resto, toda la escenografía la hizo otra gente. Es más, no entiendo a los periodistas que se quejan porque los medios tienen poco espacio, no dan tiempo de investigar, y no le dan suficientemente despliegue a sus textos. ¿Quién dijo que el soporte natural de la crónica es una revista? Nunca vi a un novelista que se queje porque en la pega le dificultan su obra. La mejor y más natural plataforma de la crónica es el libro. Los medios tradicionales son apenas un complemento. Además, creo ha jugado muy en contra la fabricación en serie. Si lees cualquiera de las antologías de Gatopardo, por la elección de temas y la forma de escribir, la mayoría parece escrita por la misma persona.
Los medios chilenos siempre fueron muy tímidos para responder a las crónicas. Por qué crees que nunca hubo una apuesta real. Incluso en las épocas de abundancia.
La realidad es que el papel de los medios no es responder a un determinado género narrativo, sino que generar dinero. Eso nos dicen, y se nota que eso hacen. Son un negocio, no una oficina de sobreviviencia de la crónica o una mutual donde los cronista van para subsistir. En ese sentido, el tema de Chile me parece claro, siempre les pareció un mal negocio. Requiere tiempo, espacio, pago y, sobretodo, arriesgarse a llevar un tema que haga pensar de otra forma. Muchos riesgos. Se hacen cosas, pero sobre todo el formato se usó (y abusó) para meter de manera “linda” y “artística” temas de pobres y fotos de marginales, que es lo que yo llamo la Crónica miseria.
¿Hay algún cronista-bloguero que sigas de cerca?
De cerca-cerca, no. No sé si hay muchos, debería haber más