A pesar de que Tom Wolfe está cada vez menos cerca del periodista que dejó sin habla -a mediado de los 60- a los miles de lectores de Esquire, que sucumbieron frente a la vida del corredor de Car Racing Junior Johnson (Las Décadas Púrpuras), su mirada hacia la narrativa sigue siendo ley. O al menos, un referente. Como uno de los padres del cada vez menos escaso periodismo narrativo, Wolfe sigue siendo un defensor de la no ficción. Sigue creyendo que las mejores historias están por contarse, porque la naturaleza humana es capaz de desarrollar las más complejas e inimaginables ecuaciones. Lamentablemente el Periodismo de historias ha ido perdiendo fuerza, porque existe la idea que no sobrevivirá a la premura de internet. Pero también es claro que muchos periodistas de este género dejaron de buscar las mejores historias y se abocaron a las más extrañas, insípidas y "vendedoras". A pesar de que Slate fustigó uno de los pocos artículos que ha escrito en el último tiempo, Wolfe carga con la experiencia de haber removido el periodismo estadounidense. En la siguiente entrevista realizada por Ñ de Clarín habla de narrativa, de su paso del periodismo a la novela y de cómo visualiza el difícil -pero apasionante- ejercicio de contar historias.
¿Esta acá en Miami investigando su próxima novela?
Sí, y ya tengo título, algo que no me pasa siempre. Pero cuando lo tengo me siento mejor. Tuve The Right Stuff desde el comienzo y también La hoguera de las vanidades. En ese caso estaba en un tour de American Express por Florencia. Paramos en la Piazza de la Signoria donde Savonarola tuvo su famosa hoguera de las vanidades y allí mismo me dije "¡Pucha, qué frase! Ese es el título de un libro". No sabía de qué se trataría el libro, pero tenía el título.
¿Y "The Right Stuff"?
Yo tengo un amigo chino-americano que vive en California. Por algún motivo estaba desesperado por ser policía. Se había recibido en la universidad, pero quería ser policía. Pero no cumplía con los requisitos mínimos de altura: tenía que tener por lo menos cinco pies y siete pulgadas, y el tenía cinco con seis y medio. Y hacía todas las cosas imaginables para intentar vencer este obstáculo. Por ejemplo, había leído que somos más altos cuando nos despertamos por la mañana, porque se nos alarga la columna vertebral. Bueno, al instante de despertarse se iba rajando en su auto a la comisaría en donde hacían los exámenes de admisión. Pero era un Volkswagen que andaba muy lento y cuando llegaba ya se había achicado. De todas maneras, él me explicaba que sabía perfectamente bien que ser guardia se seguridad era un trabajo muy bien pagado y si lograbas ser jefe de seguridad en un Mall, por ejemplo, podías ganar hasta $ 150.000 por año, que era un muy buen sueldo en esos tiempos... ¡Y hoy también! Bueno, no sé. Cómo se está yendo el dólar para abajo... De todas maneras, él me decía que por más dinero que ganabas ibas a saber siempre, en tu corazón, que solamente un Policía Metropolitano tiene the right stuff (tiene la "posta"). Y allí estaba. Yo ya estaba interesado en los astronautas y esa frase se convirtió en mi guía para escribir el libro. Una historia que, como todas las buenas, está fuera de uno, ¿entiendes?
¿Y la próxima novela?
Esta nueva novela que estoy escribiendo ahora se llama Back to Blood; sangre en el sentido de linaje. Acá en Miami, por ejemplo, hay una confluencia de distintas nacionalidades y de grupos étnicos. No son solamente los cubanos. Hay haitianos, nicaragüenses; ahora están entrando los rusos. Lo que me fascina es que Miami es el único lugar donde –hasta donde yo he podido averiguar– más de 50% de la población son inmigrantes recientes. Los Estados Unidos está lleno de inmigrantes pero en este caso me refiero a inmigrantes que llegaron desde 1960. Y lo increíble es que controlan el gobierno local. Ha sido muy interesante estar con las autoridades cubanas porque me han tratado muy, pero muy bien. ¡Pero de golpe te das cuenta! Están haciendo el esfuerzo de ser gentil contigo porque tú perteneces a una minoría. Nunca había tenido esa sensación.Ayer en un taxi, en plena autopista, vi un tipo bajarse de un Mercedes y ponerse a gritar: "¡Vuélvanse todos a su país, cabrones de mierda!"
¿Es algo que está por explotar?
No sé si tanto. Pero uno escucha muchos casos como ese vinculados con el tránsito. Por ejemplo, te cuento una, que es una escena en la novela. Una mujer llega tarde a un restaurante con su marido y justo ve que se está desocupando un lugar para estacionar. Pero cuando se libera entra un Porsche convertible así ¡zweeeeeng - grang! y toma el lugar. Resulta que es una mujer latina. Se arma un gran despelote entre los dos, una gritando en inglés y otra en español, diciéndose barbaridades. Bueno, la americana se enfurece y empieza a gritar: "Hable en inglás, carajo. ¡Está en los Estados Unidos ahora! Y la otra responde, en un inglés acentuado: "Sí. Pero tú estás en MI-AM-I". Pero quiero decirte esto. A pesar de todo lo que puedan decir sobre los Estados Unidos, este sigue siendo el único lugar en el mundo al que pueden llegar personas de otro país, que hablan otro idioma, que tienen otra cultura, y que hasta parecen drásticamente diferentes, y aun así pueden lograr tomar control de una metrópolis en poco más de una generación. Es lo que hicieron los cubanos en Miami.
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